sábado, 19 de septiembre de 2009

Malditos bastardos


Suelo huir de la violencia gratuita en las películas. No me gusta ver torturas, sangre, muertos por todas partes. Ya sé que todo es mentira pero, si con las películas de miedo me sugestiono y me meto tan dentro de la película que luego soy incapaz de irme sola a la cama, cuando veo películas violentas, me quedo con un gusto a sangre en la boca que me revuelve el estómago.


Sin embargo, ayer vi la última película de Quentin Tarantino, Malditos bastardos, basada en la Francia ocupada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Fui a verla por mi marido, a mí, ni me apetecía el argumento ni me gusta el estilo de Tarantino haciendo películas que, será buenísimo, pero me sobra tanta sangre. Pues tengo que reconocer que me gustó mucho, el argumento es muy bueno y real, pero tratado desde el sentido del humor y la ficción de un final diferente para toda la historia nazi. Hay sangre, muertos, tiros, escenas desagradables... pero visto desde el absurdo, lo que la hace menos sangrienta. Y el final es apoteósico. No lo voy a contar aquí para no destriparlo, sólo deciros que me di cuenta de que, al igual que todo el mundo tiene un precio y basta con ofrecérselo para que haga cosas que ni siquiera sospechaba que podría hacer por dinero, creo que todos tenemos un yo sádico al que le encanta ver el sufrimiento en determinadas personas. Y hasta aquí puedo leer. Sólo deciros que, quienes veais la película entenderéis a lo que me refiero.
Disfruté mucho en la escena del cine, porque creo que era el final que se merecía, no la película, sino la historia y sus personajes, los de verdad.

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