domingo, 16 de mayo de 2010

Despedidas


Dicen que las amistades que se hacen entre personas que viven fuera de su entorno original, en el que nacieron o vivieron toda su vida, son especiales, que se crean lazos cuasi familiares. Es verdad. La parte mala es que, antes o después, llega el momento de la despedida. El momento en que cada uno continúa su viaje, su vida en otros lugares y deja un pequeño hueco, casi comparable a la pérdida de un ser querido.
Hoy hemos tenido que despedir a Olga, nuestra Olga. Y con ella a su marido, Jesús, y las peques, Paula y Marta. Cuatro pellizquitos en el corazón. Cuatro ausencias que, especialmente los primeros días, sentiré como una falta de aire en los pulmones. Porque no va a ser lo mismo ir a cualquier parte sin las manitas de Marta dándome golpecitos para pedirme que vayamos a buscar al "miao", sin las historias de Paula, sin tu sonrisa. No ha sido mucho tiempo el que hemos compartido aquí, pero ha sido intenso e inolvidable, con muchos momentos buenos (los viernes de playa, las tardes de mall, las compras compulsivas en Balad...) y alguno que otro malo (la preocupación por los problemas de salud de Jesús, los malos resultados del equipo....). Recuerdo perfectamente el día que te conocí, en el Mall of Arabia, una mañana a primeros de diciembre del año pasado. Me llamaba la atención lo callada que eras, siempre observando todo (algo que ha heredado la pequeña Marta, que todo lo mira con sus enormes ojos negros), pero poco a poco fuimos ganando confianza y has resultado ser la más cariñosa, la más entregada, la más sensible y, desgraciadamente, la primera en irte. Me gustaría que la próxima temporada volvieras aquí, pero como sé que tú prefieres quedarte en España y yo no soy egoísta, voy a frotar una de las lámparas mágicas que tanto abundan por aquí y cuando salga el genio le voy a pedir que volvamos a vernos al menos una vez al año en España, todas las Cuchis juntas, celebrando nuestra vuelta a la libertad, sin abayas, con un buen jamón y un buen vino!!!
Y mientras tanto, sólo espero que la vida te dé todo lo que mereces, que nada te haga perder la sonrisa ni el brillo de felicidad de tu mirada y, sobre todo, que no te olvides de nosotras, que aquí te vamos a extrañar mucho y todo porque tú te lo has ganado. Eres muy grande Olga, no te voy a olvidar nunca. Hasta pronto.