lunes, 14 de septiembre de 2009

Felicidad relativa

Ayer conocí a una mujer que, casualmente, quedó viuda el mismo día que yo me casaba. Lo descubrí por casualidad, cuando, hablándole sobre mi vida en Arabia, le comentaba que era obligatorio casarnos para que yo pudiera ir. Y, cómo anécdota, le conté que casi no pudimos llegar a la boda porque justo el día que teníamos que viajar a Gijón, que era donde nos casábamos, cayó la gran nevada en Madrid. Me dijo que recordaba perfectamente ese día, pues su marido murió repentinamente de un infarto. En ese momento me sentí fatal, por considerar un día feliz el mismo que ella tenía como el peor, probablemente, de su vida. Culpable de recordar con alegría una fecha que, para ella, era tan triste.
Y es que, como dijo Alejandro Casona: "Si eres feliz, escóndete. No se puede andar cargado de joyas por un barrio de mendigos. No se puede pasear una felicidad como la tuya por un mundo de desgraciados".
Y es que, si nos paramos a pensar, cuántas personas habrán vivido hoy momentos felices, cuántas habrán pasado por duros momentos? Cuántos niños habrán nacido hoy y cuántas personas habrán muerto? Cuántas bodas y cuántos entierros?
Qué extraña sensación pensar en lo diferente que puede ser un mismo día para unos y para otros. Qué extraña sensación pensar que mientras yo celebraba mi boda, esta mujer enterraba a su marido. Qué extraña sensación que el destino te junte un día, no?

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