miércoles, 27 de enero de 2010

Mortaja y libertad

Me tomo la libertad de tomar prestado el título de un artículo aparecido hoy en El Pais.com: http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Mortaja/libertad/incompatibles/elpepisoc/20100127elpepisoc_1/Tes. En él se habla sobre la intención del Gobierno francés de prohibir el uso del burka en todos los servicios públicos. Y, tal y como nos tienen acostumbrados, los políticos lanzan al aire bonitas frases que les harán pasar a la historia: "mortaja", lo llama uno; "signo de servidumbre", dice el mismísimo Sarkozy, quien incluso se atreve a decir que "el burka no es bienvenido en Francia". Suena bien. Todos estamos de acuerdo en que las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres (aunque luego no se cumpla y nos quedemos tan tranquilos). A todos nos gustaría erradicar esta prenda de la vida de millones de mujeres. Pero yo me pregunto, es éste el medio más adecuado? Realmente se va a conseguir eliminar el burka prohibiendo su uso en los servicios públicos en Francia? Cuando se apruebe esta Ley, si es que se aprueba, las mujeres árabes no podrán vestir burka en los edificios oficiales franceses. Pero tampoco en el metro, en el autobús, en un tren, en un hospital, en un colegio...incluso podrían llegar a prohibirlo en la calle, centros comerciales y demás lugares públicos. Lamentablemente, creo que la consecuencia directa de esta prohibición será el encierro aún mayor de estas mujeres. Una condena al ostracismo. Porque, ya sea por voluntad propia o por obligación, estas mujeres no pueden salir a la calle sin su burka, y por tanto, si no pueden vestirlo, no saldrán. Lo que las condenará a una vida aún menos digna que el burka. Cuando vives en un país árabe, te das cuenta de lo importante que es para estas mujeres cubrirse el pelo y a veces la cara. No se trata de una obligación directa por parte de sus maridos, sino de una enseñanza muy arraigada en ellas, desde que son pequeñas oyen a su alrededor hablar de decencia, de rectitud, de cómo una mujer de bien debe comportarse. Y todo esto en nombre de Allah, en una sociedad profundamente religiosa. Obviamente estas niñas, cuando crecen, están convencidas de que su cara no debe ser vista por hombres ajenos a su familia. Por tanto, si se les niega el derecho de cubrirse, simplemente no saldrán a la calle. Ni irán al médico. Ni llevarán a sus hijas a la escuela..... Sinceramente, para esto, me parecería mejor que no les permitieran la entrada en Francia. Muerto el perro, se acabó la rabia.
Y, desgraciadamente, aquí nos tocará sufrir las consecuencias de esta decisión del gobierno francés: para vengar el "ultraje" francés se volverán más intransigentes y los mutawas (policía religiosa) saldrá a la calle con más ansia de castigo, de obligar a las mujeres a taparse... y eso nos incluye a nosotras, las cristianas, pues aunque no tenemos obligación de taparnos el pelo, un mutawa puede pedirte (obligarte) que lo hagas. Hace apenas 10 meses que vivo aquí y cada vez veo más mujeres totalmente tapadas (incluso los ojos), parece que las "normas de decencia en el vestir" se están endureciendo cada vez más. Y, para colmo de males, aquí el "burka" es negro...ya podían dejarnos vestir ese color azul tan bonito!!!
En la misma edición de hoy de este periódico leo otro artículo, más preocupante que el debate francés: "Yemen, al borde del estallido": http://www.elpais.com/articulo/internacional/Yemen/borde/estallido/elpepuint/20100127elpepiint_6/Tes. La historia de Yemen es increíble: fue uno de los países clave en la Ruta de las Especias, vivió su máximo esplendor con la famosa Reina de Saba y resurgió en el siglo XVII, exportando al mundo entero "oro negro" - café - desde el puerto yemení de Moka. Fue dominado por diferentes civilizaciones, por pueblos como el egipcio, el otomano, la dinastía saudita e incluso los británicos. Hasta que alcanzó su independencia tras la Primera Guerra Mundial. Lamentablemente esta independencia les llevó a una intermitente guerra interna que preocupa más a su gobierno que el hecho de que Al Qaeda esté implantándose en el país, tal y como se ha podido comprobar tras la detención del nigeriano que intentó volar un avión el día de Navidad. Yemen está en guerra desde hace 5 años, sin tregua desde agosto del pasado año. Y para Al Qaeda esta es una zona a conquistar, es el puente que une África y Asia, territorios ya dominados por los terroristas. Una vez implantados en Yemen, les será fácil asentarse en toda la península arábiga. Y de ahí mi preocupación, por dos motivos:
1. Porque mi marido viaja con cierta frecuencia a este país, con el riesgo que esto supone por tratarse, por un lado, de un país en guerra y por otro, de un país en el punto de mira de los terroristas islámicos, capaces de secuestrar a occidentales para presionar a los gobiernos, tal y como estamos viviendo con los cooperantes españoles (aunque ya nadie, o casi nadie, se acuerde de ellos...).
2. Porque no sé hasta qué punto puede afectarnos a nosotros, los que vivimos en Saudi, el hecho de que Al Qaeda pueda llegar a implantarse en la zona. No me resulta nada tranquilizador saber que están a la vuelta de la esquina. Creo que Saudi es un país lo suficientemente interesado en mantener sus negocios con el mundo occidental, como para consentir que cédulas de este grupo terrorista se instalen aquí, pero no deja de ser un país islámico, dividido entre su fervor religioso y su dependencia económica del petróleo. Y, está claro, con los radicales no se juega y si no, mirad lo que dice un ulema (estudiante del Islam) yemení: si se admite la intervención extranjera de cualquier tipo en Yemen, "el Islam permite a los ciudadanos llamar a la guerra santa para expulsar a quienes les atacan". Y eso lo dicen ellos, que están sumidos en la pobreza más absoluta por culpa de una guerra interna que su gobierno no es capaz de finalizar!

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